martes, 23 de agosto de 2011

El inestimable papel de los Voluntarios durante las JMJ

Bien sabe el Papa cuán valioso ha sido el papel de los voluntarios. El discurso de IFEMA lo relfeja claramente y voy a estractar las partes que quiero resaltar:

"Es un deber de justicia y una necesidad del corazón. Deber de justicia, porque, gracias a vuestra colaboración, los jóvenes peregrinos han podido encontrar una amable acogida y una ayuda en todas sus necesidades. Con vuestro servicio habéis dado a la Jornada Mundial el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega a los demás."


Cronológicamente, se puede distinguir entre voluntarios que tuvieron que trabajar ingentemente justo antes de las JMJ, otros cuyo cometido fue durante las mismas y algunos, que no han podido parar en ningún momento.


Que cualquier persona de la calle se pudiera apuntar en el último momento, recibir su mochila llena de cosas, requiere mucho esfuerzo, Por ejemplo, las mochilas no vienen llenas, ni los que entregan los libros son los mismos que los que entregan las cruces y ha habido voluntarios encargados de completar mochilas para los peregrinos, enviar lotes a los distintos grupos para que se organizaran ellos, pero que nunca les faltara. Tampoco es baladí la cantidad de trabajo de costura para albas, casullas y demás ropaje de los sacerdotes intervinientes durante las JMJ, trabajo invisible de gran dedicación.

Asimismo, la labor de acogida ha sido enorme. No sólo Parroquias habilitadas para acoger a los peregrinos en las distintas Diócesis. Casas  a la entera disposición de ellos, en algunos casos, familias numerosas acogiendo a más de docena y media de peregrinos. Se trata del acogimiento, de ceder tu comodidad y tu intimidad por acoger al peregrino, por querer hacer que se sienta lo mejor posible desde su largo viaje.

Ya en Madrid, cualquier extranjero podía siempre ver a alguien con el polo verde para que le indicaran cómo llegar a cualquier sitio, incluso que les acompañaran y ayudaran si perdían su documentación.  O que se fuera a cualquier sede de cualquier acto cultural o religioso y siempre hubiera voluntarios dedicados al orden, esto es, que no hubiera atascos para entrar o salir, que quedaran los sitios preparados al inicio y recogidos al final.


 "En todos los actos en los que he participado, allí estabais vosotros: unos visiblemente y otros en un segundo plano, haciendo posible el orden requerido para que todo fuera bien".

El voluntario ha sido alguien sacrificado, para quien el servicio estaba lo primero y su persona en último lugar de preferencia o necesidad.

Muchísimos voluntarios hoy han vuelto a sus respectivos trabajos con mucho sueño, han dormido poco durante esta semana, quizás, menos de 4 horas durante los días con el Papa en Madrid.


En Cuatro Vientos pude observar algo que no sé si todo el mundo valoraría y por eso quiero plasmarlo. Si bien había un gran esfuerzo de coordinación, gestionar un millón y medio de personas se escapa a todo ente organizativo si los medios no tienen una capacidad de interpretación de los hechos y de improvisación en pro del bien común.

Y esta gran empresa solo podría haberse realizado así, con Voluntarios. Si se hubiera contratado a personal para las mismas funciones desempeñadas, habría sido necesario el triple de personal, los que hiceran orden no harían limpieza por ejemplo. Además, los que tuvieran zonas asignadas no se moverían de allí salvo orden contraria aunque hubiera zonas tranquilas y otras desbordadas, con un servicio contratado, el personal necesario habría debido ser mayor porque no se puede conseguir la misma movilidad y flexibilidad que con un personal totalmente identificado con la causa -con los objetivos, dírían en una empresa- y con las necesidades de cada momento.

Aquí los voluntarios han prestado un servicio impagable -"y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará." (Mt 6,4).-, han estado siempre ofreciéndose -a la policía por ejemplo- o interesándose al ver dificultades de otros, pidiendo más voluntarios y movilizándose de inmediato -en la empresa está de moda llamarlo proactividad-, incluso yendo a limpiar el aeródromo cuando la actividad ha concluido.

"Muchos de vosotros habéis debido renunciar a participar de un modo directo en los actos, al tener que ocuparos de otras tareas de la organización. Sin embargo, esa renuncia ha sido un modo hermoso y evangélico de participar en la Jornada: el de la entrega a los demás de la que habla Jesús. En cierto sentido, habéis hecho realidad las palabras del Señor: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Tengo la certeza de que esta experiencia como voluntarios os ha enriquecido a todos en vuestra vida cristiana, que es fundamentalmente un servicio de amor."

Y es que muchos voluntarios no han podido disfrutar de la presencia o del mensaje del Papa en ningún momento debido a las labores en segundo plano que el Papa tan bien ha identificado. Voluntarios que ayudaban a los cordones policiales, a mantener el orden por los viales de Cuatro Vientos, a mantener la seguridad en centros donde había grandes grupos desplazados que no se podían quedar sin vigilancia para poder devolverlos en el mismo estado en que se recibieron para estas jornadas... y todo esto al tiempo que los eventos se producían, encomendando su trabajo al no poder tener un momento de recogimiento, sin duda ofrecido para que otros muchos pudieran tenerlo.

"El Señor trasformará vuestro cansancio acumulado, las preocupaciones y el agobio de muchos momentos en frutos de virtudes cristianas: paciencia, mansedumbre, alegría en el darse a los demás, disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios. Amar es servir y el servicio acrecienta el amor. Pienso que es este uno de los frutos más bellos de vuestra contribución a la Jornada Mundial de la Juventud. Pero esta cosecha no la recogéis solo vosotros, sino la Iglesia entera que, como misterio de comunión, se enriquece con la aportación de cada uno de sus miembros."
Y es que también se ha de reseñar que, a pesar del cansancio y del esfuerzo, no he oido ni una sola mala palabra, ni taco, ni nada malsonante. Lo más que he oido ha sido repetir "por favor".

Este ejercicio de paciencia, de renuncia a uno mismo es difícilmente igualable si no se tiene un gran amor a Dios y a los demás.

Es posible que algunos se fueran ayer a casa desanimados, no por el sacrificio en sí, sino por estar física y mentalmente al límite, saber que apenas se tienen en pie y que no podrán ir a IFEMA a despedir al Santo Padre (A IFEMA solo pudieron ir 12000 de los más de 23000 voluntarios y muchos seguían trabajando mientras el Papa ya estaba de vuelta). Estas personas merecen también nuestro reconocimiento y nuestra oración para reconfortarles.

"Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? ¿No podría yo gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza de su amor a través del sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios al servicio de Aquel que «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada."

Yo pasé esa fase gracias a mi formación como scout y ha sido el Papa -quién si no- el que ha recordado al mundo que los jóvenes no deben ir dejándose arrastrar por la corriente; sino tomar las riendas de su vida, parar y escuchar esa voz. Yo también me uno a esa oración por los frutos de estas jornadas.

¡¡Gracias Voluntarios, que Dios os bendiga y que la semilla de estas Jornadas Mundiales de la Juventud de un gran fruto en vuestros corazones!!

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