lunes, 9 de enero de 2012

La caza frente al aborto

Recientemente se ha difundido la noticia sobre la regulación de la caza en Galicia y el revuelo que ha levantado el hecho de admitir que jóvenes de 14 años puedan asistir a las cacerías o que jóvenes de 16 años puedan disparar.

Se juzga inapropiado, incluso disparatado que un niño pueda estar implicado a esa edad. La pena es que el mismo medio que lo juzga es incapaz de dar los motivos. Y motivos hay: coger un arma implica tener el poder de dar muerte, a un animal o a un persona, ¿un joven de 16 años puede tener la suficiente responsabilidad para ello? Y a los 14 años, ¿se tiene la madurez suficiente para entender la caza apropiadamente y no extrapolar ciertos comportamientos a la vida cotidiana? Se puede entender que no. Y quizás este mismo razonamiento se puede aplicar a los que defienden que no haya menores en corridas de toros o encierros, pero no lo saben o no lo quieren justificar.

El que no lo sabe justificar tiene una moral aprendida por la tradición y la costumbre. Sabe que está bien pero no por qué y, si llega una influencia lo suficientemente importante, acaba con ello. Y el que no lo quiere justificar teme que, a la postre, el razonamiento sirva para atrocidades que existen hoy día y que desplazaron a esa moral costumbrista.

De otro modo, ¿cómo se explica que se escandalice de la noticia del joven en la cacería el mismo que defiende a ultranza que una joven de la misma edad vaya a abortar sola?


Acaso, ¿no afecta a una joven de por vida el remordimiento de haber tenido una vida en su seno y haberla interrumpido, independientemente de su madurez? ¿y qué responsabilidad puede tener o aprender una joven que se enfrenta, sola, a la que posiblemente sea la decisión más desgarradora de su vida?

¿Y cómo afecta a nuestra sensibilidad ver un animalito sacrificado? Y en cambio ¿cómo nos afecta saber que miles de bebés no nacidos son abortados? ¿Se nos está muriendo nuestra acostumbrada moral?